viernes, 20 de junio de 2014

HAY UN LUGAR

Hay un lugar recóndito, en lo profundo de mi alma, donde la oscuridad se posa como un duende que toca su flauta, en calma, en calma. muchas veces aquel duende se pasea por el bosque de mis pensamientos, y pinta de colores mis sueños, todo es calma, todo es calma.
Apesadumbrado, más bien solo, camina meditabundo el duende por las aceras de mis huesos, pero ya no toca su flauta, simplemente ha dejado de vivir, ha abierto mi mente a pensamientos absortos, que llenan de duda, que trastornan la mente de cualquier ser humano ya no hay calma, ya no hay calma.
Los demonios han entrado en su bosque, todo es negro, y se pudre, un alma que cae a trozos y se hace trizas, el duende ha tomado su lado perverso y mi alma lentamente muere, se apaga. los bosques desiertos están, los colores son tan lúgubres como la pena infinita y el aroma dulce y tenue de la paz se convierte en humo de una fábrica de nostalgia que invade por completo mi cuerpo.
Llora la tarde, llora mi alma, llora el duende, su casa, desbaratada, ardiendo en el fuego que la desgracia causó, las sombras comieron, bebieron, y como caballos desbocados partieron al infierno.
Es tan difícil recobrar un alma perdida, corroída por la tristeza, el duende, asfixiado en su propio lamento yace muerto sobre mi corazón, y los toques sinuosos de su flauta no volverán a escucharse por las cavidades sonoras de mis sueños nunca más.

JUAN RUIZ

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